La Huella Ecologica

La huella ecológica es una creacion (1996) del suizo Mathis Wackernagel, experto en desarrollo comunitario, y del profesor canadiense William Rees que se define como: "un indicador del impacto ambiental generado por la demanda humana. Representa el área de tierra o agua ecológicamente productivos (cultivos, pastos, bosques o ecosistemas acuáticos), necesarios para generar los recursos necesarios y además para asimilar los residuos producidos por cada población determinada de acuerdo a su modo de vida, de forma indefinida."
En definitiva, la huella ecológica indica cómo afecta nuestra forma de vida al entorno y calcula la superficie de tierras productivas necesarias para satisfacer nuestros consumos de recursos naturales al año y para asimilar los residuos generados; ya que todos los seres vivos necesitamos recursos del ecosistema Tierra para cubrir nuestras necesidades. Necesitamos de un territorio que nos proporcione alimentos, cobijo, materiales y otros individuos con los que relacionarnos para así poder desarrollarnos. De esta forma, dejamos una huella sobre el terreno porque reducimos la superficie de ecosistemas productivos: un rastro de la cantidad de naturaleza de la que hacemos uso.

La medida puede realizarse a muy diferentes escalas: individuo (la huella ecológica de una persona), poblaciones (la huella ecológica de una ciudad, de una región, de un país), y comunidades (la huella ecológica de las sociedades agrícolas, de las sociedades industrializadas). El objetivo fundamental de calcular las huellas ecológicas consiste en evaluar el impacto sobre el planeta de un determinado modo o forma de vida y, compararlo con la biocapacidad del planeta.



La huella ecológica humana no ha sido la misma a lo largo de la historia. Desde el inicio de la humanidad hasta los años 70 del siglo XX, el gasto era menor y teníamos una deuda ecológica positiva, es decir, una huella menor a la capacidad de regeneración. A mediados de los años 60, la población mundial usaba los recursos de tres cuartos del planeta, mientras que actualmente se usa el doble, es decir 1,5 planetas. Si continúa esta tendencia, la humanidad necesitará dos planetas en 2030 y casi tres en 2050.
Las causas son el aumento de la población mundial, el aumento de consumo y de necesidades creadas por las empresas y técnicas de mercadotecnia y el componente de la huella ecológica o de emisiones de dióxido de carbono.









Básicamente la huella ecológica está basada en la observación de estos aspectos:
- Urbanizaciones: Hectáreas utilizadas para urbanizar, generar infraestructuras y centros de trabajo.
- Agricultura: Hectáreas necesarias para proporcionar alimento vegetal necesario.
- Ganadería: Superficie necesaria para pastos que alimentan el ganado.
- Pesca: Superficie marina necesaria para producir el pescado consumido.
- Forestal: Superficie de bosques necesaria para producir productos de origen forestal, como madera, papel,…
- Dióxido de carbono: Hectáreas de bosque necesarias para compensar el CO2 que provoca nuestro consumo energético.


La huella ecológica es una importante herramienta para establecer tanto el impacto de las actividades humanas sobre el ecosistema, como las medidas correctoras para paliar dichos impactos, ES por esto que la huella ecológica transforma todos los consumos de materiales y energía a hectáreas de terreno productivo dándonos una idea clara y precisa del impacto de nuestras actividades sobre el ecosistema. Esta huella no depende sólo del consumo, sino también del tipo de productos que se adquieren, ya que no es lo mismo gastar 10 dólares en alimentos producidos en la tierra, que en gasolina.

La ventaja de medir la huella ecológica para entender la apropiación humana está en aprovechar la habilidad para hacer comparaciones. Es posible comparar, por ejemplo, las emisiones producidas al transportar un bien en particular con la energía requerida para el producto sobre la misma escala (hectáreas).




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